Soy un Cañón de 24 libras; fui una pieza de artillería naval de gran calibre montada en la mayoría de los barcos de guerra durante el periodo conocido como la Era de la navegación a vela. Los cañones de 24 libras fuimos extensamente utilizados por las Armadas de España, Francia, Gran Bretaña, EE.UU., Holanda y Suecia.
Fui testigo de una triste guerra de pueblos hermanos conocida como "Guerra de la Triple Alianza" que se inició aquí en nuestra ciudad.
El cañón era el arma básica de cualquier barco de guerra de la época. Los había de diferentes calibres que íban desde los de 8 libras de los más pequeños, hasta las 36 libras de los más grandes. Se cargaban por la boca del cañón y en un principio se aplicaba fuego mediante una mecha para disparar, siendo sustituído a finales del XVIII por los tirafrictor o llaves de artillería, siendo más seguros y rápidos. Una bala de cañón de 36 libras (más de 15 kilos) podía abrir un boquete en los macizos costados de los navíos que podían tener 60 centímetros de grosor. En España se fabricaban excelentes piezas en la Real Fábrica de Cañones de La Cavada, en el término municipal de Riotuerto. Podían ser servidos desde sólo 6 hombres en los cañones de a 8 libras, hasta 12 o 14 artilleros en las piezas de calibres más altos.
Cañones como yo fueron usados en la Guerra de la Triple Alianza. En estas pinturas del veterano de guerra y pintor Cándio López, se puede apreciar el poder destructivo de mis balas y granadas.
En la crónica que hace el paraguayo GENERAL RESQUÍN afirma que “cuando las fuerzas del ejército aliado se retiraron en completa derrota, dejaron en el campo de más de ocho mil cadáveres e innumerables heridos, sin contar los que pudieron recoger” En la sangrienta BATALLA DE CURUPAYTÍ el impacto de un casco de granada le destrozó la mano derecha a un ciudadano argentino alistado hacía unos meses como voluntario. Evacuado a Corrientes, la amenaza de la gangrena obligó a amputarle el brazo por encima del codo. Se trataba de un joven dibujante y cronista de 26 años, teniente segundo del ejército, que se llamaba CÁNDIDO LÓPEZ. Menos de un año después cumplió su promesa de enviarle al médico que le amputó el brazo un óleo suyo fruto de una prodigiosa reeducación de su mano izquierda. El sería, a través de sus cuadros, el documentalista histórico de la GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA